
Matemáticas, ¿Por qué yo?
- 2017-10-19 | Por: Edgar Miguel Pérez
Valente es un alumno que está por concluir tercero de secundaria, y a la vez, próximo a presentar su examen de concurso de ingreso a la educación media superior; por lo que en el buscador de su computadora coloca la palabra Comipens, con el objeto de consultar el temario general. Grande es su sorpresa que al analizarlo aparecen once temas y entre ellos dos que contienen la palabra matemáticas.
Valente ha sido un alumno promedio, cuyos resultados le han permitido establecer una media de 7.9; promedio que quizá pudo haber sido más alto si sus calificaciones de la materia de matemáticas hubiesen sido otras, mejores pues.
Maldiciendo a las matemáticas una vez más, se hace unas preguntas que a lo largo de casi nueve años le han acompañado: ¿Por qué yo?, yo que voy a ser veterinario, ¿de qué demonios me van a servir las matemáticas?
Valente sin saberlo o sin quererlo, establece con sus preguntas el camino para llegar a sus respuestas; por lo que yo le contestaría que tiene razón, en cierta forma; pues sus preguntas derivan en dos ramificaciones como respuestas; la primera la que es más fácil de ver: las matemáticas a un veterinario per se no le sirven de nada, puesto que a la mascota no la cura inyectándole la formula general debido a que le proporcione grandes poderes y grandes responsabilidades (como diría el tío Ben de Spiderman) , ó alimenta a sus perros con la ley del sándwich, ó clasifica la gravedad de las quemaduras de sus pacientes en ecuaciones de primer ó segundo grado; y la segunda, la que no se puede apreciar a simple vista debido a que si bien es cierto que un veterinario no cura con calculadora a sus mascotas, si trabaja sobre la base de teoremas comprobados, y no me refiero a supuestos teoremas, que realmente solo son conjeturas, como el que dice que el enamoramiento es para siempre (a menos que seas vampiro como Bella y Edward); sino que el veterinario debió de haber aprendido a desarrollar y aplicar teoremas médicos , es decir verdades irrefutables que aunque su creador muera, estas siguen y siguen existiendo, como las pilas del conejito.
Y, ¿cómo aprendió a desarrollar teoremas médicos? Pues como tú, el aprendió a desarrollar y demostrar que dos cuates de catetos cuadrados, van a ser igual a su cuadrada hipotenusa (teorema de Pitágoras), que con los sistemas de medición puede establecer mecanismos de acción de un medicamento y sus concentraciones sin poner en riesgo a sus pacientes; de la clase de geometría aprendió conceptos de imágenes en dimensiones para el uso de placas de rayos x, probabilidad para determinar el grado de contagio de una enfermedad; del tema de sucesiones aprendió que le permiten a un investigador de enfermedades caninas analizar la secuencia de crecimiento de un virus, entre otras muchas aplicaciones.
Valente, razonó entonces: ¿Por qué yo? y se contestó: Porque si yo no lo hago, no existe nadie más en esta realidad y tiempo, que estudie por mí; ¿De qué demonios me van servir las matemáticas? Me van a ayudar a ser veterinario, a ser una mejor persona desarrollando mi lógica, paciencia y creatividad, y a corto plazo; a pasar mi examen de Comipens; así de simple.
Desde entonces Valente ve a las matemáticas, como una herramienta de vida.